Durante el verano, cuando pasamos más tiempo al aire libre, en movimiento y alejados de la rutina, es habitual notar ciertas sensaciones físicas que no siempre sabemos explicar: desequilibrio al caminar por terrenos irregulares, torpeza al atrapar una pelota o inseguridad al subir a una tabla de paddle surf.
¿Y si te dijéramos que tu visión puede tener mucho que ver con todo eso?
Aunque solemos asociar la visión con “ver nítido”, lo cierto es que el sistema visual cumple un papel mucho más amplio y profundo en el día a día. Especialmente, en cómo nos movemos, nos orientamos y mantenemos el equilibrio.
Más allá de ver claro
Ver bien no es solo distinguir letras pequeñas o reconocer rostros en la distancia. La visión también implica que los dos ojos trabajen de forma coordinada, que el cerebro interprete correctamente lo que perciben y que toda esa información visual se integre con el resto del cuerpo para reaccionar con precisión.
Cuando alguna de estas funciones no está bien desarrollada o falla de forma sutil, aparecen dificultades que a menudo pasan desapercibidas: tropiezos frecuentes, descoordinación al correr, sensación de inestabilidad o incluso una torpeza que se atribuye, erróneamente, a la falta de práctica o de atención.
Visión, equilibrio y coordinación: una conexión directa
Nuestro cuerpo se orienta y se mueve gracias a tres grandes sistemas que trabajan en conjunto:
- El sistema visual
- El sistema vestibular (ubicado en el oído interno, encargado del equilibrio)
- El sistema propioceptivo (relacionado con la posición del cuerpo en el espacio)
Cuando estos sistemas se comunican de forma fluida, el resultado es una buena coordinación y equilibrio. Pero si hay un fallo en la manera en que los ojos enfocan, se alinean o trabajan en equipo, el cerebro recibe señales poco claras o contradictorias, y el cuerpo lo compensa como puede: ajustando la postura, forzando movimientos o desconectando visualmente una parte de la escena.
¿Y en los niños?
Durante las vacaciones es más fácil observar cómo se mueven los más pequeños sin la estructura del aula. Si un niño evita ciertos juegos físicos, se cae con frecuencia, no coordina bien al pedalear o parece más torpe que sus compañeros, es importante valorar si su sistema visual está implicado.
Muchas veces, lo que parece un problema de psicomotricidad tiene su origen en una dificultad visual no diagnosticada.
¿Cómo puede ayudarte la terapia visual?
En Enfoca’t evaluamos el sistema visual desde un enfoque funcional. No solo analizamos si una persona ve con nitidez, sino cómo usa su visión en movimiento, cómo sus ojos trabajan en equipo y cómo se integra esa información visual con el cuerpo.
Si detectamos desequilibrios o descoordinación derivados de una disfunción visual, diseñamos un programa personalizado de terapia visual.
Un buen momento para observar y actuar
El verano es una excelente oportunidad para observarnos con otros ritmos, en espacios nuevos y con más libertad de movimiento. Prestar atención a cómo nos desplazamos, cómo reaccionamos o cómo juegan nuestros hijos puede dar pistas valiosas sobre su sistema visual.
Si detectas signos de torpeza, inseguridad o desequilibrio, no lo dejes pasar. Una evaluación visual puede aportar respuestas y abrir la puerta a una mejora real y duradera.
En Enfoca’t, te ayudamos a ver de otra manera. También a moverte mejor.
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